Fundación e Historia de Porongo

PROVINCIA ANDRÉS IBAÑEZ

2da. Sección Municipal

SAN JUAN BAUTISTA DE PORONGO - AYACUCHO

FECHA DE FUNDACIÓN:                                                22 DE FEBRERO DE 1714
FUNDADOR:                                                                     FRAY SANTIAGO DEL RIVERO
LUGAR DE FUNDACIÓN:                                                A 18 KM AL OESTE DE LA CAPITAL DE SANTA CRUZ
FECHA DE CREACIÓN DEL CANTÓN AYACUCHO:   DECRETO LEY DEL 10 DE AGOSTO DE 1826
FISIOGRAFÍA:                                                                  VALLE Y LLANO
BANDERA:                                                                       LA MISMA DE LA PROVINCIA ANDRÉS IBAÑEZ
ESCUDO:                                                                          EL DE SANTA CRUZ

HISTORIA:

Corría el año 1708, el Gobernador de la provincia de Santa Cruz de la Sierra era Don José Cayetano Hurtado de Mendoza y Dávila, cuando se tiene noticias de que el religioso criollo Fray Santiago del Rivero, de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, había logrado adoctrinar a algunos amerindios chiriguanos de la zona y había establecido un núcleo misional a cuatro leguas de la ciudad, bajo el nombre de San Juan Bautista de Porongo. Una vez asentados y con los primeros amerindios pacificados, se procedió a reunir a otros de la zona del Piraí, Cabezas y Abapó, creándose la Misión y celebrando la primera misa el 22 de febrero de 1714.

Cuando el obispo Fray Jaime de Mimbela tiene conocimiento de este evento, y al tratarse de la primera vez que se lograba adoctrinar a amerindios de la llanura, en 1716 solicita al Obispo provincial del Cuzco, a quien se debían los religiosos de esta zona, que nombrara al Fray Santiago del Rivero como doctrinero de esa misión. La solicitud fue atendida favorablemente, autorizándose el funcionamiento de la Misión de San Juan Bautista de Porongo, asignándole a Fray Santiago dos colaboradores: el Padre José de Ortega y Miguel Borda del convento de Santa Cruz de la Sierra, ante el júbilo del comendador del convento Padre Francisco de Almansa.

Esta misión tuvo una tarea muy importante; la de contener a los amerindios yurakarés que vivían en la zona norte del actual Parque Amboró y que constantemente amenazaban con atacar la ciudad de Santa Cruz de la Sierra y sus alrededores, actitud que desapareció luego del asentamiento.

En los inicios del año 1729, el hechicero chiriguano Aruma levantó a todo el pueblo chiriguano del Chaco en contra del hombre blanco, avanzando sobre propiedades, misiones religiosas y todo lo que se encontraba a su paso debiendo, el gobernador de la provincia de Santa Cruz Don Francisco Antonio de Argamosa y Zeballos en compañía de 200 hombres armados, salir a la guerra contra éstos sublevados, pero al no encontrarlos regresa a la ciudad. A los pocos años, en enero de 1735, nuevamente sse sublevan los amerindios chiriguanos y vuelven los ataques a todos los asientos poblados de toda la zona chaqueña, para luego ingresar a las misiones de Nuestra Señora del Carmen de Cabeza, Nuestra Señora del Pilar de la Florida, Nuestra Señora de la Asunción del Piraí y a la de San Juan Bautista de Porongo destruyendo las mismas y reclutando a los amerindios chiriguanos.

Completado el ejército chiriguano se dirigieron a Santa Cruz de la Sierra donde el gobernador, quien ya estaba alertado, procedió a atrincherar la ciudad y cercarla con empalizadas para poder resistir los ataques chiriguanos que llegaron hasta la zona del Pari,  Luego que cesó el ataque, el gobernador con hombres armados y sacerdotes sale a la captura de los amerindios, registrándose una de las más sangrientas guerras jamás vista. Esa fue la primera rebelión de los amerindios que se encontraban en la misión de San Juan Bautista de Porongo.

El año 1787, el último gobernador colonial de la provincia de Santa Cruz de la Sierra Don Francisco de Viedma y Narváez, eleva un informe al virreinato del Rio de la Plata en el que describe a la Misión de San Juan Bautista de Porongo de la siguiente manera:

“Dista cuatro leguas de la ciudad de Santa Cruz, y ciento y ocho de la capital de la provincia (…) En uno de sus frentes está la casa o habitación del cura, con varias oficinas para el beneficio del azúcar de su cosecha y la escuela de los indios; en el mismo frente está la iglesia, es bien larga y ancha, las paredes de palizada, barro y adobe, muy baja de techo, cubierto con motacú, su adorno moderado. Mantiene una música de violines, bajones y otros instrumentos de boca, que aprenden los indios: entre todos serán doce. Las habitaciones son unos galpones o chozas infelices y sin orden, techadas con motacú; el Cabildo se compone de cuantos empleos concejiles puede tener la más populosa ciudad, porque así sus curas lo han dispuesto, como si tuvieran toda la autoridad real. La robustez, estatura, fisonomía, traje, usos, costumbres y armas de estos indios (…).  Ni cuando se fundó esta población, ni después, se señaló el distrito de su jurisdicción, ni se les repartió a los indios las tierras para su labranza y cultivo, ni se asignaron las de bienes de la comunidad y demás que previenen las leyes de estos dominios. En esta parte se sigue igual método que la ciudad de Santa Cruz”. 

“Los indios se ocupan cuatro días en la semana en trabajar para el cura los plantíos de caña, que siembran en los mejores terrenos que elige a su voluntad, y demás faenas en que quiera ocuparlos, como único sínodo que goza por asignación de patrón y prelado.  Las cosechas en años fértiles, son de consideración; suelen llegar a mil arrobas de azúcar, y pudieran ser más abundantes si pusieran otro empeño en la extensión y cultivo de sus cañaverales. (…) mandó a los curas… que se destinase la tercera parte de la fábrica de la iglesia, y las otras dos partes para el cura, con otras providencias económicas y gubernativas a los intereses temporales de la misión, con que la sujeta a la jurisdicción episcopal, y como bienes eclesiásticos dispone del ganado que posee el común de los indios. Los dos días que, fuera del domingo, le quedan libre en la semana, los invierten en el cultivo de sus reducidas chacras, donde siembran arroz, algodón, yuca, camote, maíz, zapallos y alguna corta plantada de caña: en el corte y conducción de maderas para proveer de ellas a Santa Cruz, o en trabajar de peones en los chacos de los españoles, con el jornal de dos reales y medio, que perciben en plata o géneros.

El temperamento de este pueblo es algo más ardiente que el de Santa Cruz, sano y su agua buena.  El ganado que en aquel tiempo poseía el común de los indios, era 230 cabezas de vacuno de yerro. El todo de la población se compone de 1.701 indios”

Durante la Guerra por la Independencia (1.810 – 1.825), la Misión de Porongo aportó a la causa patriota con alimentos y combatientes, hasta quedar sin siquiera una vaca en pie.  Por ello el Cnel. Ignacio Warnes solicita al cura de la Misión de Buenavista envíe vacas y toros a Porongo para repoblar la hacienda del lugar.

En la provincia Cercado (hoy Andrés Ibañez) es creado el Cantón Ayacucho, en el territorio de la antigua Misión de Porongo, por Decreto Ley de 10 de agosto de 1826, reivindicando el nombre original por resolución expresa de 18 de diciembre de este mismo año y refrendada por el Decreto Ley de 15 de septiembre de 1883.

Dentro de su jurisdicción se incluyeron los pueblos de Terebinto, Lomas, Palmar, Bajío y la Misión de Porongo, nombrándose al primer agente municipal entre una terna de ciudadanos notables, que recayó en la persona del ciudadano Juan Manuel Roca.

 

Fuente:

MUSEO DE HISTORIA DE SANTA CRUZ –

ENCICLOPEDIA HISTÓRICA DE SANTA CRUZ DE BISMARK A. CUÉLLAR CHÁVEZ.